ÁGATA

Las ágatas son piedras que sirven para asentar las energías y aportan equilibrio físico, emocional e intelectual. Ayudan a centrar y estabilizar la energía física. El ágata tiene el poder de armonizar el yin y el yang, las fuerzas positivas y negativas que mantienen al universo en su lugar. Es una piedra que calma y alivia, trabaja despacio pero aporta una gran fuerza. Sus múltiples capas pueden traer a la luz información oculta.

A nivel psicológico, el ágata facilita delicadamente la aceptación de uno mismo, fomentado la autoconfianza. Favorece el autoanálisis y la percepción de las circunstancias ocultas, trayendo a tu atención cualquier alteración que esté interfiriendo en tu bienestar.

Las ágatas potencian la función mental mejorando la concentración, la percepción y las habilidades analíticas dirigiéndote hacia soluciones prácticas. Emocionalmente sana la ira interna, fomentando el amor y el coraje para volver a empezar. Resulta útil para cualquier tipo de trauma emocional. Crea una sensación de seguridad disolviendo la tensión interna.

Espiritualmente el ágata eleva la conciencia y vincula con la conciencia colectiva. Anima la contemplación serena y la asimilación de las experiencias de vida conduciendo al crecimiento espiritual y a la estabilidad interna.

El ágata estabiliza el aura. Su efecto limpiador es poderoso y puesta cerca o encima del corazón cura las enfermedades emocionales que impiden la aceptación del amor. Situada sobre el abdomen, estimula el proceso digestivo y alivia la gastritis. Limpia el sistema linfático y el páncreas, fortalece los vasos sanguíneos y sana desórdenes de la piel.

SAHASRARA CHAKRA

Sahasrara chakra está situado en la coronilla y es nuestra fuente de iluminación y conexión espiritual con todo lo que es. Es la conexión espiritual con nuestro yo superior, con cada ser en el planeta y en última instancia, con la energía divina que crea todo en el universo.

Si la energía de este chakra está equilibrada podrá conectarte con el estado de dicha energía que se asocia con el conocimiento absoluto o satchitananda.

El séptimo chakra proporciona la conexión energética necesaria para transcender la dualidad mundana que nos hace ver el mundo en términos de pares opuestos: nosotros mismos y los demás; objeto y sujeto, masculino y femenino.

Su apertura nos lleva al conocimiento pero no del tipo intelectual sino del que proviene del pensamiento cósmico, nos permite encontrarnos con la sensación de paz y serenidad que proviene del sabernos uno con todos lo otros seres, uno con la naturaleza, uno con lo universal e infinito.

AJNA CHAKRA

El sexto chakra se llama Ajna. Está situado en el punto del entrecejo y también se le llama «el tercer ojo». Abre la puerta hacia los sentidos internos conectándolos primero con tu ser inconsciente y gradualmente con tu ser superior. Equilibrado, este chakra produce una compresión instantánea de cualquier situación, más allá del pensamiento racional habitual. También produce sentimientos de justicia, caridad y amor consciente.

Cuando está desequilibrado, una persona sólo reconoce lo externo, el mundo de la materia, manifestando intolerancia con las ideas de los demás y gran distorsión de la realidad, especialmente en las relaciones interpersonales.

El sexto chakra representa el desarrollo de una consciencia que nos abre a una realidad trascendente o a una consciencia universal. Esta energía que pertenece a nuestros chakras superiores, es decir, a aquellos de naturaleza espiritual, colectiva y sutil, implica precisamente en el desarrollo de una percepción que deja de estar anclada en la razón individual. Nuestra mente no sólo es limitada porque es incapaz de ver una realidad superior, que es la verdadera naturaleza del ser, también es responsable de que vivamos en la ilusión de ser un cuerpo y una mente y en general un individuo separado de todo lo que existe.

Con el sexto chakra nos conectamos con la sabiduría de la totalidad y alcanzamos el estado de yoga, de unión con el universo que es nuestra verdad.