LA FLOR DE LOTO

La flor de loto en muchas culturas es el símbolo del crecimiento espiritual, de la evolución del alma y de cómo somos capaces de trascender las dificultades para crear algo hermoso de esa experiencia.

Representa los tres niveles de nuestra existencia:

1. la ignorancia

2. la aspiración y esfuerzo

3. la iluminación

El loto germina en el barro (la ignorancia), crece a través del agua en un esfuerzo por llegar a la superficie (la aspiración), y finalmente alcanza el aire y la luz directa del sol (la iluminación).

Flor de loto al natural en un nenúfar

Así el loto simboliza el crecimiento del ser humano desde los estados más bajos de conciencia hasta los más elevados. La culminación del crecimiento del loto es una hermosa flor. De la misma manera, la culminación de la búsqueda espiritual del ser humano es el despertar y el florecimiento de su potencial.

En la India, la Flor de Loto está asociada con la fertilidad, la divinidad, la riqueza, la ilustración y el conocimiento. Se relaciona con la diosa de la abundancia, Lakshmi, que provee de generosidad, prosperidad y pureza. Esta diosa simboliza todo lo bueno: la belleza, la pureza y la abundancia. Pero también fue venerada en el brahmanismo como «Madre de la creación» y se decía que hasta el soberano hindú de todos los dioses procedía de una Flor de Loto.

En la religión budista, estas flores son uno de los símbolos más antiguos y de los que más se han utilizado para representar a personajes humanos y divinos. Sirve como asiento o trono de Buda, lo que representa el nacimiento de este dios.

Una pequeña historia cuenta que un día se reunieron en la India a conversar a la vera de un lago tranquilo cercado de árboles de coloridas flores cuatro legendarios hermanos: el fuego, la tierra, el agua y el aire. Como eran escasas las oportunidades que estaban todos juntos aprovecharon para charlar, y comentaron cómo se habían convertido prisioneros de sus propios oficios, sin casi tiempo para reuniones familiares. El agua recordó a los hermanos que estaban cumpliendo la ley divina, y este era un trabajo que les debería traer el mayor de los placeres.

Así aprovecharon el rato para contarse unas a los otros lo que habían construido, y destruido, en el tiempo que no se veían. Estaban contentos de poder servir a la creación de formas útiles y bellas. Pero se lamentaban de la ingratitud de los humanos, que no daban valor a lo construido por los cuatro hermanos; así que pensaron dejar de ayudarlos como castigo. Pero tras mucho debatirlo se dieron cuenta de que preferían hacer cosas buenas y dar alegría.

Antes de despedirse, decidieron dejar un recuerdo al planeta de tal encuentro. Querían crear algo que trajera en su esencia la contribución de cada uno de los elementos, combinados con armonía. Sentados en la orilla del lago, viendo sus propias imágenes reflejadas, cada uno dio su opinión sobre qué podían hacer, hasta que alguien sugirió usar el propio lago como origen.

¿Qué tal un ser vivo que surja del agua y crezca en dirección al cielo? ¿Una planta tal vez? La Tierra dijo, Le daré lo mejor de mi para alimentar sus raíces, el agua siguió, Formaré la sabia que corre por sus entrañas, dándole mi energía para el crecimiento de su tallo, Yo la cercaré con mi brisa, protegiéndola, continuó el viento; entonces el fuego para finalizar el proyecto escogió lo mejor que tenía, Yo le ofrezco mi calor, a través del sol, para que crezca con colores y vigor.

Así, los cuatro hermanos en vez de castigar a los humanos, les dejaron un recuerdo de la pureza y perfección de la creación que un día podrán alcanzar.